Algunas recomendaciones alimentarias que pueden ser de utilidad para todas las personas que padecen de diabetes o que están en un alto riesgo de padecerla son:
• Incrementar el consumo de carbohidratos complejos sobre los simples no excediendo el 50% de la ingesta diaria. Estos carbohidratos tardan más en digerirse, por la presencia de fibra, que los azúcares simples y liberan sus azúcares naturales de forma más lenta y controlada que los productos hechos a base de azúcares refinados.
• Aumente el consumo de vegetales de colores intensos como el brócoli, la espinaca, la zanahoria y el pimiento ya que estos son ricos en antioxidantes que ayudan a prevenir los daños causados a los pequeños vasos sanguíneos de los ojos.
• Reduzca el consumo de azúcar refinado y los productos hechos a base de éste. Por ejemplo, dulces, galletitas y golosinas en general. No deben superar el 10% del total de carbohidratos de la ingesta diaria.
• Evite la comida "basura" es decir la que contiene muchas calorías vacías pero muy pocos nutrientes o fibra.
• Reduzca o elimine el consumo de cafeína, alcohol y cigarrillos. El fumar es especialmente dañino para las personas diabéticas ya que estas son susceptibles a daños a los pequeños vasos sanguíneos. El cigarrillo agrava estos daños. • No coma demasiado en una sola comida.
Es preferible hacer seis comidas diarias, desayuno, media mañana, merienda, media tarde y cena.
Consumir la cantidad de calorías acorde a la edad, sexo y actividad física realizada.
Preferir preparaciones de alimentos horneados, al vapor o cocidas en vez de fritas (no agregar cremas, salsas grasosas, etc.).
Escoger cortes magros de carne y quitar la piel del pollo antes de cocinarlo.
Emplear productos lácteos descremados o semidescremados en vez de los enteros.
Aderezar los alimentos con limón, vinagre y especias en vez de crema, mantequilla, manteca, aceite o aderezos industrializados.
Escoger para el desayuno alimentos bajos en grasa como cereal, pan y fruta.
Limitar el consumo de productos de panadería altos en grasa.
Cuando utilice aceites en la preparación de alimentos, preferir aceites vegetales como el de oliva, de girasol, de maíz o de soja a las grasas de origen animal (ej. manteca).
Limitar el consumo de alimentos altos en colesterol, como son las vísceras, las carnes grasosas y los huevos.
Hacer ejercicio habitualmente, como una medida para mantener un equilibrio entre la energía que se consume y la que se gasta, ayudando así a controlar el peso.
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