lunes, 23 de septiembre de 2019

.Germinados.

Muchas personas quieren saber
como hacer los germinados en casa
ya que los brotes son alimentos excepcionales y de este modo salen mucho más baratos.
Como hacer los germinados en casa es muy fácil y toda la familia estará encantada de participar.

Ingredientes para obtener germinados
1 frasco de vidrio de un litro con boca ancha.
3 cucharadas de semilla bien lavada (lenteja, soya, trigo, amaranto, alfalfa, garbanzo, etc.).
1/2 litro de agua.
Elaboración de los germinados
Las semillas se lavan y se colocan en el frasco con agua (tres veces su volumen). La boca del frasco puede cubrirse con una tela delgada para que no entren los insectos.

El frasco se deja en un lugar oscuro y cálido de 10 a 12 horas para la alfalfa, de 12 a 15 horas para las lentejas y soya.

Luego se escurre el agua (la tela evitará que salgan las semillas) y se enjuagan bien con agua tibia.

Se acomodan los granos a lo largo de la pared del frasco y se vuelven a colocar en un lugar oscuro y cálido, enjuagándolos dos o tres veces los primeros días y luego una vez al día.

Nota : unas 48 horas después de haber iniciado el remojo, las semillas ya están muy reblandecidas, por lo que su cocimiento se hará en mucho menor tiempo (y podrían ser no más de 10 minutos de hervor) y con un ahorro considerable de combustible.

Cuando los brotes tienen de 2 a 3 centímetros de largo se exponen a la luz solar indirecta por espacio de unas 2 horas para que las hojitas se pongan de color verde, o sea, para que se les forme la clorofila, con esto se favorece el aumento de Vitamina C y toman un sabor más agradable.

Si se desea separar las capas exteriores de las semillas, o sea las cáscaras, antes de comer los brotes, éstos se colocan en una cubeta con agua y entonces las cáscaras flotan y se recogen en la superficie, mientras que los brotes se van al fondo.
¡Ahora los germinados están listos!

El cuidado de los germinados consiste básicamente en proporcionarles el drenaje adecuado (escurrir completamente el agua con que se enjuaguen) para mantenerlos solamente húmedos, ya que mucha agua o muy poco aire crearán hongos y desechos. En clima más caliente y más húmedo, acorte el tiempo de remojo y enjuáguelos con más frecuencia para mantenerlos frescos. Así pues, el tiempo de germinación varía según la temperatura. También la clase de semilla tiene que ver con el tiempo de germinación. Por ejemplo, los brotes de ajonjolí se amargan teniéndose en proceso de germinación más de dos días, es decir que deben aprovecharse a más tardar 48 horas después de haberse iniciado el remojo. En el caso del amaranto se consideran como condiciones óptimas para la germinación una temperatura de 30° C y un intervalo de tiempo que va de 18 a 30 horas, ya que puede obtenerse un incremento en la concentración de proteína de 15.78 a 16.11% y en cuanto a la lisina de 4.52 a 5.55 gramos por 100 g. de proteína.

Las semillas que se requieren para germinar deben estar vivas, no sirven semillas irradiadas o sometidas a procesos físicos o químicos que alteren su estructura vital.

Como obtener las semillas
Semillas, Granos y Legumbres pueden ser obtenidos en su mayoría en tiendas de productos naturales y en comercios proveedores de granos, a precios económicos, como una manera saludable de proporcionar comida de mesa para toda la familia. Como precaución se debe comprarse semillas no tratadas. En casos de reducción drástica de los alimentos, de una guerra o de una catástrofe natural una cantidad almacenada de ellos puede ser utilizada como alimento de supervivencia.

Germinados en la Dieta

Los germinados son mejores si se comen crudos, porque la cocción siempre destruye una gran parte de su contenido nutricional. El brote puede comerse entero, incluyendo las raíces y hojas. Los germinados pueden comerse solos, pero también pueden ser agregados a las ensaladas, emparedados y sopas. También pueden mezclarse en los alimentos, compotas, salsas y aderezos. Pueden ser guardados en el refrigerador, en un tarro o bolsa plástica hasta por dos semanas. Es preferible sin embargo, hacer cantidades frecuentes de germinados, porque tienden a hacerse rancios al guardarlos por mucho tiempo. Puesto que al volverse rancios se crean productos químicos peligrosos se recomienda hacer el esfuerzo de mantenerlos frescos para la dieta.

Autor: Armando Silerio
Por gentileza del Dr. Pablo Elías Gómez Posse
www.uva.org.ar

. Crudo si, crudo no.

Contrariamente a lo que se viene queriendo instalar como moda en estos últimos años a partir de los movimientos de Raw o live food (alimentación viva o crudívora), en muchos casos cocinar mejora la asimilación de nutrientes.

Los practicantes del Raw food o alimentación viva, suelen decir que “el alimento natural, crudo, está vivo, lleno de densidad nutricional y el alimento cocido, no”. Insisten en que cocinar destruye al menos el 50 % de los nutrientes de los alimentos y todas las enzimas.

“Cocinar destruye los nutrientes de la comida y facilita el desarrollo de la enfermedad”, señala Gabriel Cousens, referente del movimiento crudivegano.

Mucho de esto se apoya en la idea de que la enfermedad se origina por la toxemia y siendo supuestamente el alimento cocido (tóxico o muerto), estaríamos en problemas…

Pero no desesperemos, es una idea que a muchos seduce, pero la realidad es bastante más compleja.

Es cierto que excederse en los tiempos de cocción o usar métodos donde las temperaturas son muy altas (fritos, al fuego directo como la parrilla o temperaturas muy altas del horno) forma sustancias tóxicas y se pierden algunos nutrientes.

Pero de ahí a que comer alimentos cocidos es como comer cosas muertas, hay una distancia grande. Y, por otro lado, en muchísimos casos la cocción es necesaria para hacer que el alimento sea apto para nuestro sistema digestivo o hasta mejoramos la digestibilidad del mismo con algunos métodos o técnicas de cocción.


El primer fantasma: la pérdida de enzimas
Uno de los principios del “Raw food” radica en no exponer a los alimentos a más de 40 o 45 °C, porque por encima de esas temperaturas las enzimas de los alimentos se van a ir destruyendo.

Esto está directamente relacionado con la teoría de Howell o “teoría enzimática”, que nunca pudo ser probada.

En “Enzyme nutrition”, el Dr. Edward Howell (Avery Publishing, 1985) señala una serie de interesantes ideas:

Las enzimas presentes en los alimentos crudos podían ayudar a digerir otros alimentos y tendrían otros beneficios para la salud.
Cocinar destruye las enzimas de los alimentos y por ende comer alimentos cocidos le implicaría a nuestro organismo producir más enzimas digestivas (en relación a haber comido los alimentos crudos).
El humano dispondría de una “producción o potencial finito” de enzimas, que serían importantes para la salud y longevidad y que si comíamos alimentos cocidos las íbamos a agotar y no se podrían reponer.
Las enzimas de los alimentos crudos llevan “fuerza vital” que se puede transferir al ser humano, aumentando su vitalidad y longevidad, y que dicha fuerza vital se perdería comiendo alimentos cocidos.
Nada de esto pasó de ser una interesante o atrapante teoría. No hay estudios que hayan probado ninguno de estos puntos y aún siendo los libros de Howell anticuados, siguen siendo mencionados como referencia bibliográfica dentro del movimiento del “Raw food”.

Para aclarar algunos puntos, les cuento que las enzimas son proteínas que aceleran o “catalizan” reacciones químicas. Nuestras glándulas secretan enzimas al sistema digestivo justamente para digerir la comida.
Cuando ingerimos enzimas de los vegetales éstas no reemplazan a las enzimas secretadas por nuestras glándulas y no participan en otra reacción de nuestro metabolismo. Son digeridas, absorbidas y utilizadas como los otros nutrientes.

Es un error pensar que comer vegetales crudos implica menor esfuerzo digestivo. Las enzimas de los vegetales crudos no participan en la digestión de esos vegetales, el cuerpo igualmente va a producir enzimas para digerir esos vegetales.

Y no podemos ser “deficientes” en enzimas a menos que tengamos alguna problemática genética específica.

En cuanto al último punto, la “fuerza vital” del alimento crudo está fundamentado con la foto Kirlian. Que si bien se ven diferencias entre la foto de un alimento crudo y uno cocido, no hay evidencias de que eso sea “fuerza vital” o que un alimento sea mejor que el otro.

Segundo error: la leucocitosis de Kouchakoff
El Dr. Paul Kouchakoff estudio el efecto de los alimentos en la sangre, especialmente de los alimentos cocidos y desarrollo la teoría de la leucocitosis digestiva (aumento de células blancas en la sangre luego del consumo de alimentos cocidos).

Esta observación es otra de las herramientas que utilizan los seguidores del Raw para afirmar que los alimentos crudos están vivos y los cocidos, muertos.
Y en ese contexto, se asume que los alimentos cocidos tienen sustancias extrañas que deben ser combatidas y supuestamente como el sistema inmune “esta ocupado” con los alimentos cocidos (muertos), no va a poder trabajar eficientemente.

Aún pensando que algo de esto tiene sentido, el mismo Kouchakoff aclaró en otro informe que ingiriendo en la comida el 10% de alimentos crudos se evitaba la leucocitosis (no había que consumir todo crudo) y que la leucocitosis también se evita si los alimentos que se consumen fueron cocidos hasta 30 minutos debajo de lo que él llamo “temperatura crítica” (87 a 97 °C). Es decir, ciertas cocciones suaves no generaban este supuesto problema.

De todos modos, todo esto quedó en una simple especulación, no existieron posteriores estudios que hayan podido demostrar algo malo en esta leucocitosis. Quien quiera profundizar en este aspecto, le sugiero leer este extenso y detallado informe de Beyond Vegetarinism “Digestive leukocytosis: what a close reading of Kouchakoff reveals”


Vitaminas, minerales, ¿todo se pierde?
Hay vitaminas hidrosolubles como el caso de una vitamina C o el complejo B que se pierden, en parte, durante una cocción. Pero otros nutrientes de ese mismo alimento, aumentan su biodisponibilidad.

Por ejemplo, si se compara al brócoli crudo con el brócoli cocido, vemos que un 25% de la vitamina C se pierde en la cocción, pero al menos otros 20 nutrientes no muestran pérdidas entre el estado crudo y cocido.

En el peor de los casos, las pérdidas de algunas vitaminas podrían llegar a un 25% y no al 50% como se suele decir en el “Raw food”.

Con los minerales prácticamente no hay pérdidas. Y, por otra parte, debemos tener en cuenta que aún sin cocinar, la simple exposición al aire y a la luz puede derivar en una pérdida vitamínica.

Algunos beneficios de la cocción
En muchos casos, la cocción es necesaria para desactivar antinutrientes, como he mostrado una y otra vez en el caso de la cocción de los cereales o legumbres.
Y la desactivación o transformación de estos antinutrientes mejora la asimilación y absorción de diferentes nutrientes del alimento.

Una cocción al vapor o un hervido para hacer una sopa, rompe las estructuras celulares de los vegetales volviéndolo más fáciles de digerir, no más difíciles. En este caso, el cuerpo necesita menor producción enzimática para digerir los vegetales así cocidos.

Los carotenoides y fitoquímicos como la luteína y licopenos se absorben mejor en vegetales cocidos que en vegetales crudos. Tal como señala el Dr. Joel Furhman, en “The cold truth about raw food diets”,  The Institude os Food Reserch de Norwic, mostró que los carotenoides de las zanahorias cocidas y pisadas se absorbían en una 15 – 20 % mientras que en el caso de la zanahoria cruda solo alcanzaba el 3 a 4 %.

Pasa algo parecido con el tomate, donde una vez cocido la absorción de antioxidantes es mejor.

La avidina (antinutrientes que impide la absorción de la biotina) de la clara del huevo se transforma y mejora su digestibilidad a partir de la cocción.
La cocción también mejora significativamente la digestibilidad de los alimentos almidonados como los tubérculos (papas, mandiocas, etc.), zapallos, cereales y legumbres.

La actividad antioxidante del maíz por ejemplo, se incrementa al estar cocido, a pesar de perder parte de la vitamina C. En la cocción, se activa el ácido ferúlico con propiedades anticancerígenas.

Y no faltan los autores que señalan que el cocinar nos permitió tener disponible más nutrientes o como señala Michael Pollan “cocinar nos hizo humanos” (“Cocinar”, Michael Pollan, 2014, editorial Debate).

Ah, y no nos olvidemos que cocinar en muchos casos, mejora el sabor y esto no es poco…


¿Qué hay que evitar o disminuir?
Las acrilamidas, son sustancias tóxicas que se forman al cocinar a temperaturas muy altas o por tiempos muy prolongados y no se forman por una cocción al vapor o por un hervido.

En un hervido, se trabaja con 100 °C , frente a los 200 de un horno o 250 – 300 °C que puede alcanzar en una parrilla.

Este es uno de los motivos por los cuales sugiero priorizar las cocciones al vapor, el nituke y hervidos como sopas o guisos.

¿Hay alguna ventaja en comer todo crudo?
No, al menos ni la ciencia ni la evolución humana han mostrado que comer todo crudo tenga algún beneficio “extra” para la salud.
Con lo cual yo no he encontrado motivos sólidos para eliminar los vegetales cocidos al vapor, o en nituke, o las nutritivas sopas y guisos de mi alimentación.

Y no deja de sorprenderme que se insista con muchos de estos conceptos idílicos (el experimento de Pottenger con los gatos, la leucositosis digestiva de Kouchakoff, las fotos Kirlian y la teoría enzimática de Howell), cuando las referencias bibliográficas son de hace 60 o 70 años atrás y nunca fueron probadas o reconfirmadas.

Por otra parte, son cada vez más las advertencias en relación a los posibles problemas asociados a una dieta basada exclusivamente en alimentos crudos.

En “Los secretos eternos de la salud“ (Edicinoes Obelisco, 2008), A. Moritz comparte la experiencia del profesor Karl Pirlet, de la Universidad de Franckfurt (Alemania), en su trabajo con pacientes practicantes de la alimentación a base de alimentos crudos: “la mayoría de los pacientes sufrían decaimiento físico después de varios años (en algunos casos después de 10 o 20 años) de alimentarse únicamente con productos enteros crudos. Los efectos variaban, pero todos se caracterizaban por la aparición repentina de signos de envejecimiento como el deterioro de articulaciones y arterias. La mayoría de los pacientes tenían un aspecto frágil, se sentían faltos de energía y tenían el estómago excesivamente hinchado”.

Moritz continúa “el repunte incicial de energía y vitalidad que se observa al adoptar una dieta crudívora no se debe a las vitaminas, sino más bien a la súbita movilización del sistema inmune, que trata de contrarrestar el influjo masivo de inhibidores enzimáticos y anticuerpos de la comida”.

No estoy planteando con esto que no sirva comer vegetales crudos.

Nada que ver con eso, y bien pueden leer esto en mis otros artículos del blog como “3 aportes claves que me dejó la alimentación viva” o en “Cómo mineralizar la dieta – Jugos verdes”

Considero la inclusión de los vegetales crudos un aspecto clave en el contexto de una alimentación equilibrada y saludable.


Sólo intento dejar en claro que los beneficios de los vegetales (y también de otros grupos de alimentos) no se adquieren sólo comiéndolos crudos o llevando una dieta sólo de alimentos crudos.

Muchas veces, algunas cocciones traen más beneficios.
Cocido no es muerto.

Alex von Foerster
www.alimentoyconciencia.com


.Flora intestinal: Probióticos.

Alimentos que cuidan nuestra flora intestinal


La flora intestinal influye en casi todos los aspectos de nuestra salud. No solo en la salud digestiva, también existe una conexión flora intestinal-cerebro. Hoy sabemos que las bacterias del intestino toman parte en la química cerebral y el desarrollo neuronal, el comportamiento emocional, la percepción del dolor o cómo respondemos al estrés.

Dedicamos nuestro nuevo post al papel que ejercen estos microbios en la salud física y mental o el bienestar general. Hablaremos acerca de las enfermedades que, según la investigación actual, se relacionan directamente con una microbiota desequilibrada, disfuncional. Al final del artículo encontrarás una serie de alimentos que cuidan la flora intestinal.

¿Cómo influye la flora intestinal en nuestra salud?
La flora o microbiota intestinal, es decir, el conjunto de bacterias o microbios que habitan en nuestro intestino, desempeña tres funciones principales:


  • El metabolismo de carbohidratos y la absorción de nutrientes.
  • La especialización del sistema inmune.
  • El control del crecimiento de células del endotelio (tejido que recubre la zona interna de los vasos sanguíneos), especialmente del colon.
  • Decir, como en el anuncio, que la flora intestinal nos ayuda en las digestiones sería, pues, quedarnos muy cortos. Las siguientes son condiciones de salud que, a día de hoy, los estudios relacionan con desequilibrios en la flora bacteriana —a grandes rasgos, suceden cuando las bacterias «malas» proliferan.


Recorrido: comenzaremos por el tracto digestivo, pasando por trastornos autoinmunes que afectan a las articulaciones y terminaremos en el cerebro.

Síndrome del intestino irritable. En las personas con SII se da una inflamación en la pared intestinal, resultado de la presencia de bacterias anormales en el intestino (estudio, estudio, estudio, estudio).
Obesidad y diabetes. Las bacterias intestinales alteran el modo en que almacenamos grasa y absorbemos energía; una combinación incorrecta de microbios parece predisponer al sobrepeso, la obesidad y el síndrome metabólico (estudio, estudio, estudio, estudio, revisión).
Más info en ¿Pueden los probióticos ayudar a combatir el sobrepeso?

Cáncer de colon. Estudios han demostrado que los pacientes con cáncer colorrectal albergan en su tracto digestivo unas comunidades bacterianas distintas a las de las personas que no padecen la enfermedad (revisión, revisión, revisión, revisión, estudio, estudio).
Artritis. La inflamación, el aumento de la permeabilidad intestinal y otros problemas gastrointestinales pueden desencadenar síntomas de inflamación dolorosa en trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide o el lupus (revisión, estudio, estudio, revisión, estudio).
¿Qué hay de la salud mental? «Recientemente, la microbiota intestinal se ha implicado en una variedad de afecciones que incluyen depresión, autismo, esquizofrenia y enfermedad de Parkinson», recoge esta revisión de estudios, donde se alude al tratamiento con «psicobióticos».

Ansiedad y depresión. Los ratones que carecen de ciertas bacterias en el intestino se muestran más ansiosos, y con síntomas depresivos, que aquellos que sí las tienen

Autismo. Según las investigaciones, muchos niños con autismo tienen bacterias anormales en su intestino, y se han asociado tipos específicos de bacterias intestinales con síntomas más graves de la enfermedad.

Esquizofrenia. La falta de bacterias intestinales normales se relaciona con cambios en el desarrollo cerebral, lo que podría contribuir al avance de la enfermedad o, como poco, a empeorar sus síntomas .

Enfermedad de Parkinson. Aunque no hay pruebas concluyentes, se ha vinculado la presencia no controlada o no tratada de Helicobacter Pylori (infección crónica) con el desarrollo posterior de la EP

Cómo cuidar la flora intestinal: alimentos para tus bacterias
Alterar las bacterias en el intestino —retomar el equilibrio— a través del consumo regular de alimentos ricos en probióticos y de prebióticos (alimento de los probióticos) ha demostrado mejorar los síntomas en pacientes con trastornos como los mencionados.

A continuación, tres grupos de alimentos que cuidarán tu flora intestinal:

Verduras
Vegetales que sirvan de alimento a tus microbios intestinales «buenos». Son particularmente beneficiosos para la flora o microbiota intestinal las alcachofas, los espárragos y los puerros, el ajo y la cebolla, las chalotas, la lechuga, la achicoria y el estragón.


Fibra
Aunque presente en las verduras, hemos querido conceder a la fibra un apartado propio. Se encuentra asimismo en frutas, legumbres, frutos secos y cereales integrales.

La fibra dietética alimenta a las bacterias intestinales, ayuda en la digestión y previene el estreñimiento. También contribuye a mantener un peso saludable al agregar volumen a la dieta y ser saciante.

Probióticos
Alimentos (comestibles y bebidas) fermentados que favorezcan el desarrollo de bacterias beneficiosas en el intestino. El kéfir, el chucrut y el miso, por ejemplo; en este post te hablábamos un poco sobre cada uno.

Son también alimentos probióticos la kombucha, el yogur, el tempeh, el kimchi, chocolate negro, encurtidos, etcétera.

Para mantener una microbiota intestinal funcional, tu dieta debería incluir cantidades mínima
s de productos procesados o ultraprocesados, muchas verduras y frutas frescas, fibra y probióticos aportados mediante alimentos fermentados.

www.prokeydrinks.com/alimentos-que-cuidan-nuestra-flora-intestinal

Te invitamos a tomar conciencia de que somos un ingrediente emocional de nuestras comidas

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