domingo, 13 de junio de 2010

¿Por qué el cuerpo me pide dulces?



Ludwig Johnson

1.Cuando el deseo de los carbohidratos se debe a bajos niveles de serotonina ¿te sientes irritable, sufres de insomnio y, además, eres "adicto al dulce"?

Los bajos niveles de serotonina pueden ser la explicación. La serotonina es uno de los "mensajeros alegres" del cerebro. El cuerpo la produce a partir de un aminoácido llamado triptófano. Ojalá algún día lleguen a inventar bombas de gasolina de serotonina para poder "llenar el tanque" cuando estemos estresados. Mientras tanto, el dulce es un buen substituto: Un "dulcito" en la boca y enseguida te sientes mejor.
Veamos. Cuando ingerimos azúcar la serotonina aumenta porque el triptófano logra penetrar la barrera hematoencefálica gracias a la mucha insulina que se produce. En este estado, los aminoácidos que compiten con el triptófano por el mismo objetivo se desvían hacia los músculos y lo dejan "solo", permitiéndole ingresar.
Como lo explica Kathleen Des Maisons, experta en nutrición adictiva, en su libro Programa de recuperación del adicto al dulce (The Sugar Addicts Total Recovery Program): "Es como si un grupo de fisicoculturistas nunca dejaran al flaquito triptófano usar las pesas del gimnasio (los otros aminoácidos son más grandes que él). De pronto, una mujer muy bella entra en la sala y todos los musculosos se van hacia ella, dejando las pesas a completa disposición del pequeño triptófano. La insulina funciona en el cerebro como una mujer bella".
Sin embargo, este recurso es un falso levanta muertos. Así como el alcohol, el cigarrillo y cualquier otro tipo de droga, el azúcar nos estimula para después dejarnos peor que antes - gordos, tristes y hambrientos -.
Para controlar la adicción al dulce por bajos niveles de serotonina lo mejor es comer alimentos cargados de triptófano, como la carne de res y el pavo, además de carbohidratos de bajo índice glicémico, como vegetales, semillas, granos y frutas.
Un suplemento con el que se han obtenido excelentes resultados es el 5-HPT (5-hydroxytryptophan), precursor de la serotonina. Los estudios han demostrado que promueve la pérdida de peso al disminuir considerablemente el deseo por los carbohidratos; sin embargo, nunca debe ser ingerido si se están tomando medicamentos antidepresivos o si se han tenido crisis asmáticas recientes - consulta a tu médico -.

2. Cuando el deseo por los carbohidratos se debe a la insulina elevada

"¿Cómo es posible que esta muchachita no pueda controlar las chucherías..?", pregunta el padre ante su avergonzada hija.
Pues le voy a decir cómo: podría tener hiperinsulinismo y usted, señor, la ha estado regañando por algo que no es su culpa.
Por años estuvimos diciendo: "No tiene fuerza de voluntad", hasta que descubrimos que cuando se tiene hiperinsulinismo, la necesidad por los carbohidratos no está en la mente, está en el cerebro. Veamos cuál es la relación entre el hambre, los carbohidratos y la insulinorresistencia (hiperinsulinismo):
Cuando comemos, el azúcar sube, lo que significa que en la sangre la glucosa es mayor a 110mg/dl y que el cuerpo intentará bajarla "metiéndola" en las células con la insulina (llave). Si los receptores de insulina (cerraduras) no la "leen" (insulinorresistencia), las puertas no abren y el azúcar no entra, lo que obliga al páncreas a producir más insulina (hiperinsulinismo) para meterlo "a la fuerza". Por el contrario, si las cerraduras funcionan (leen la insulina), el azúcar "entra", se coloca por debajo de 110 mg/dl y el páncreas la deja de producir.
Hasta aquí todo bien, pero ¿por qué alguien con resistencia a la insulina siente deseos por el dulce? Al existir insulinorresistencia (IR), los aminoácidos que compiten con el triptófano por atravesar la barrera hematoencefálica no terminan desviándose hacia los músculos de manera efectiva. Esto impide que el triptófano logre atravesar la barrera en concentraciones importantes y se produzca la serotonina que habría si la insulina pudiera lograr su cometido. ¿Resultado? Menos serotonina y más deseo por el dulce (recordemos que el dulce y las harinas son los alimentos que más disparan la insulina).
Así vemos cómo es fácil que la persona con IR desee el dulce cuando asegura estar bajo estrés o triste, para tratar de aumentar sus niveles de tranquilidad y alegría.
En segundo lugar, sabemos que la neurohormona Gherlin, producida primordialmente por la mucosa gástrica y gran estimuladora del apetito, no disminuye sus concentraciones después de las comidas tal como lo hace en las personas sin IR. Esto explica por qué en personas con IR, las "ganas de comer" sean más frecuentes.
¿La buena noticia? El hiperinsulinismo puede desaparecer al adelgazar y con ello, también el deseo recurrente por el dulce y las harinas. Tomando en cuenta que la insulina propicia el hambre y por eso se engorda, adelgazar no es una empresa fácil en estas condiciones. Lo indicado es buscar la ayuda del profesional.
Si sientes que "necesitas" los carbohidratos, o tienes Síndrome de Ovario Poliquístico, o algún familiar diabético, si tienes grasa acumulada alrededor de la cintura o sencillamente engordas fácilmente, puede que tengas hiperinsulinismo por IR, así que no dejes de consultar a tu médico.

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Te invitamos a tomar conciencia de que somos un ingrediente emocional de nuestras comidas

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