jueves, 10 de diciembre de 2009

.Licores:pequeñas historias.


No siempre se han llamado licores (del latín “Liquor örem” cuerpo liquido), en otras épocas recibieron distintas denominaciones como brebajes, elixires y hasta pócimas. A través de la historia de la humanidad siempre ha existido la búsqueda de la verdad o razón. También se buscaba, la divinidad el brebaje de la inmortalidad, o aquel elixir que curase todos los males. Lo cierto es que en esas épocas pasadas de supersticiones, magia, investigación, charlatanería, demonios y encantamientos, un secreto de los mortales seres humanos de dedicaban a experimentar con todo bicho viviente y flora conocida. Este sector componían básicamente alquimistas, físicos, y clérigos, aparte de curanderos y autodefinidos magos. Es raro en el caballero cortesano que no disponía de estas personas para que les proporcionara elixires a su gusto y necesidades. Entro de este sector fueron los monjes quienes mayoritariamente destacaron en toda investigación relacionad con este tema, debido como es lógico a una vida dedicada a la meditación y a la observación, lo cual da margen al estudio. El trabajo en colectividad conllevaba que cada un tuviese una misión o tarea especifica, la cual realizaba cuando sus tareas religiosas se lo permitían.
Este sistema funcionaba principalmente entre los frailes cartujanos, cuya disciplina fundament4al con respecto al mundo era la autosuficiencia. Así pues, los medios de que disponían podían considerase en esas épocas optimas estando casi todos los campos a la vanguardia de la técnica y el saber.

Es su búsqueda de ungüentos, pociones y brebajes, que eran continuamente elaborados utilizando hierbas ya conocida y otras por conocer, no cejabas en el empeño de encontrar aquella que pudiese curar las enfermedades de loes seres humanos y para ello disponían de verdaderos laboratorios de investigación. Tampoco dejaba nada al azar, pues sus manuscritos incluso hoy están celosamente guardados. Grandes remedios salieron de incasables estudios y comprobaciones. Entre estos se encontraba una gran cantidad de elixires que hoy son licores y cuya fabricación se persigue actualmente. Otros brebajes y tisanas se han mantenido prácticamente hasta la aparición de la penicilina. Los monjes también fueron los primeros en incorporar al vino ciertas cortezas traídas de la india occidentales y que tenían la propiedad de quitar las fiebres. Este producto del quino se sigue utilizando por no habérsele encontrado contraindicación alguna, ay además estimula el apetito. De igual forma, hacia desaparecer los clásicos “dolores de barriga” mediante tisanas de hierba luisa, manzanilla y otras hierbas. Llegaron pues a tener los máximos conocimientos que épocas pasadas se podían tente. No es de saqueadas brascando sus secretos y otras ocasiones eran expulsados cuando no querían revelar sus formulas. Pero la revolución industrial que comenzó a finales del siglo XVIII, la creación de industrias de todo tipo obligaron a mucha ordenes religiosas a vender parte de estos patrimonios para poder sobrevivir, mas en la mayoría de los casos se ha mantenido la receta original, pues ha sido imposible mejorarla. Por ello aun seguiremos viendo productos que mantienen el nombre de abadías, monasterios, cartujas o nombres de ordenes religiosas, como benedictinos, trapenses.
El legado histórico aportado ha sido tan grande que ha servido como base en el campo de la investigación moderna e incluso de la medicina de antaño en muchos compuestos. Podemos entonces decir que en el arte de los elixires de los monjes llegaron a ser los maestros indiscutibles. Llegando a nuestros días, lo menos importante de estos elixires o licores son sus propiedades supuestamente terapéuticas, ya que estos se toman por sus aromas y sabores altamente gratificantes.

Instructor Pepe Mariguin

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